viernes, 24 de febrero de 2012

Mi osa interna

  Hola otra vez! 

   Me he animado, después de la entrada rápida de ayer, a escribir un poco más.

   Como no tiene temática concreta mi recién estrenado blog (no sé si algún día la tendrá), hablaré de todo un poco. La mayoría de las entradas tratarán sobre cosas del día a día, cotidianas o por lo menos la entrada de hoy sí lo es. Espero que os guste :)

   Hoy el tema es: La pereza.

   Cuando me levanto por las mañanas, lo primero que hago después de intentar no matar al despertador, es pensar qué tengo que hacer ese día. Esto me lleva a tres situaciones: la mejor, que me anima porque me gusta lo que va a pasar , la otra cara de la moneda, en la que no quiero salir de la cama. Entonces noto como aparece un yunque encima de mi espalda (como de los dibujos, de 3000 toneladas, ni más ni menos) que no me deja menearme. No soy yo, es el yunque. Lo intento, pero no. Y por último la conocida como "no tengo más remedio" ésa es peor porque te convierte durante unas horas en un autómata, con cara de póquer y eres Miss Simpatía. Pero al final sin más remedio tienes que salir de tu maravillosa madriguera, meterte en la ducha y pegarte el primer susto de la mañana: llegas tarde.

   Un nuevo día te espera, el sol brilla, las flores tienen más color, los pájaros cantan y... tú no tienes ganas de escuchar a nadie. Si estás en el coche camino del trabajo/lugar de estudio/ lo que sea, pones la radio para intentar entretenerte, esto es un peligro potencial del que nadie se ha dado cuenta, como no te guste lo que ponen, tu buen humor matutino empieza a darte los buenos días.No pasa nada, tú ya tienes el modo automático puesto, que después de años de práctica sabes que pocas veces falla. En cuanto puedes, a lo largo de la mañana, pasas a la fase drogadicta, que va desde las drogas más blandas, como el café con leche, hasta las más duras, como el Monster (su publicidad aquí :D ). 

   Sin darte cuenta ha llegado la hora de comer, y tras este necesario momento nutritivo, inocentemente te acuestas en el sofá para ver la tele u ordenador, te vas poniendo cómodo, sin notarlo te acurrucas y antes de que te des cuenta sale el oso que todos llevamos dentro. Mi osa interna, empieza a ser yo cuando acaban mis ganas de levantarme. Además que llega un momento en el que es difícil distinguirme, echa una croqueta, casi en fusión con la mantita de peluche por encima. 

    Es que pensándolo bien... ¡somos la especie puteada! tenemos tal nivel de estrés que hasta las puntas de tu pelo necesitan un tratamiento relajante ¿evolución? ¡venya ya! es la mentira más grande que nuestro ego nos ha hecho creer, o quién no ha dicho aquello de: "Quiero tener la vida de mi gato/perro/hurón/hámster/bichosdetodosloscolores". Porque si nos ponemos en el maravilloso lugar de nuestras mimadas mascotas tu única y mayor preocupación como buen animal de compañía es: "que no me pillen".











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